“La familia es base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por primera vez los valores que les guían durante toda su vida”
Juan Pablo II
Estimados padres de familia: al acercarse la celebración del "Día de la Familia Nazarena”, les invito a reflexionar acerca de la importancia que este estamento tiene, tanto en la vida de cada individuo, como de la sociedad en general.
Qué es la familia?
- La familia es un lugar privilegiado para la educación,
- Es un lugar de crecimiento, donde todos sus miembros encuentran protección y seguridad.
- Es la unidad básica de la sociedad. Allí los padres enseñan los principios y valores a sus hijos por dos vías: por lo que dicen y por lo que hacen
- La familia es el elemento más importante de la sociedad humana, en el que los niños crecen y son educados, en donde deben recibir amor, cuidados y protección, además de una formación integral como seres humanos.
Recordemos que las relaciones familiares son más importantes que cualquier otro éxito en la vida. Me atrevo a afirmar, que las familias necesitan crear espacios y realizar actividades que les permitan establecer relaciones sólidas entre sus miembros. Como siempre, les invito a destinar todos los fines de semana para compartir en familia. Que sábados, domingos y festivos sean sagrados para el grupo familiar. Qué bueno sería que los padres de familia y los hijos cancelaran todo compromiso fuera del hogar y aprovecharan este espacio para compartir en familia (de lunes a viernes normalmente, cada uno tiene compromisos que les mantienen un poco alejados del hogar: los hijos estudian, los padres trabajan).
Completemos nuestra reflexión con la doctrina de los dos últimos papas de la Iglesia católica, Juan Pablo II y Benedicto XVI:
“La familia está llamada a ser templo, o sea, casa de oración: una oración sencilla, llena de esfuerzo y ternura. Una oración que se hace vida, para que toda la vida se convierta en oración” (Juan Pablo II).
El Niño Jesús, que crecía y se fortalecía, lleno de sabiduría, en la intimidad del hogar de Nazaret (cf. Lc2,40), aprendió también en él de alguna manera el modo humano de vivir. Esto nos lleva a pensar en la dimensión educativa imprescindible de la familia, donde se aprende a convivir, se transmite la fe, se afianzan los valores y se va encauzando la libertad, para lograr que un día los hijos tengan plena conciencia de la propia vocación y dignidad, y de la de los demás. El calor del hogar, el ejemplo doméstico, es capaz de enseñar muchas más cosas de las que pueden decir las palabras. Les invito a revitalizar la fe en vuestras casas y tomar mayor conciencia del Credo que profesamos. “Vale la pena trabajar por la familia y el matrimonio, porque vale la pena trabajar por el hombre” (S.S. Benedicto XVI)
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